Tú eras la del maldito ring-ring, el teléfono a cada hora, todos los días, con ese maldito móvil en la mano. Pasabas con tu pequeño parásito pegado a la cabeza, y yo te miraba comprensivo, te servía mas té porque tu jamás aprendiste a utilizar una tetera apropiadamente. Siempre me decías “abrázame más fuerte” y yo jamás te complacía. Odiaba la manera en la que me decías “amor” y, adoraba tu persistente olor que me recordaba a los nardos. esa de la mirada clavada en el piso, no la recuerdo, creo que no nos hemos visto desde hace años. Parece ser una mujer sumisa y recatada. Santurrona. Odio las mujeres de esa clase, que me maten las demás, que ella mire. Creo que tú eras la de la mancha en el estómago, me encantaba ver que soltases tu cabello. Recuerdo tus ojos felinos mirándome con malicia, también tenías una gata maliciosa. Tu colchón en el piso me hacía sentir tan decadente y feliz. La que está junto a ti es inconfundible es aquella del portafolio repleto de dibujos, la mirada distraída y la ropa interior negra. Lloraba mucho conmigo y sin mí. Esa mirada de oveja apunto de ser sacrificada era lo que en verdad detestaba. Becerra dorada, receptáculo de los males del mundo, única personificación del pecado original, Pandora arrepentida. ella es la del cigarrillo a las seis de la mañana, ¿recordará que desde el balcón me miraba y sonreía pícara?. Yo clavaba la mirada en la suya y, luego solo veía el humo azul, que se iba detrás de su bata. A esa no me la puedo sacar de la cabeza, era la que me enterraba las uñas en la espalda, la que tenía la mirada desafiante, la que tenía en la mirada locura. si no me equivoco tú eras la de la espiral en la espalda, la más tierna de todas, la que menos exige. La que dejé ir ese día sin tristezas ni despedidas. Ese día me contenté con ver llover. Octavio me presentó contigo, creo que después de eso jamás lo volví a ver. Eras la auténtica novia de Satanás: pezones rosas, mirada verde, piel blanca. Receptora de mis mordidas salvajes. Lo más extraño es que tú en verdad me querías, pero el aprieto residió en el nimio e insignificante detalle que nunca te quisiste a ti misma. Linda... ¿quien sois vos?, espera, acabo de recordarlo. Eras aquella pequeña maja que adoraba escuchar mis obscenidades, que se revolvía el cabello a cada minuto y se deleitaba viéndome mirarla sin demasiado interés. Ella lograba desfasarme y colocarme en ese estado de nerviosismo que hacía a mis palabras dar em-pe-ll-ones. Inmundo pedazo de mierda, le reto a acercaos y os aseguro que os daré muerte pronta e infrahumana. temo decirle a usted que es una puta, bueno no precisamente; es usted tan puta como yo. Ayer estaba pensando en ti. Recuerdas que tú y yo nos moríamos de frío por la mañana, nos abrazábamos tan fuerte que parecía que queríamos exprimirnos el calor, nuestro egoísmo no tenía fronteras. raudo y persistente, no hay mejores palabras para describirte, ese aire que se corta es tan característico de tu presencia. Malditas sean las lágrimas, maldito romanticismo, maldita desnudez, por eso y mucho más merecemos morir. introvertida, me encantaba esa falta de palabras, creo que jamás hemos dicho más de dos líneas seguidas, generalmente nos contentábamos con saber que nos poseíamos, sentirnos dueños, eso es todo, y luego soportar las miradas en ascuas, dedicadas únicamente a ser incisivas. Olvidaba mencionar a las más importantes, ellas no forman parte del círculo perverso. A ellas les debo la vida y la cordura, esos ojos vigilantes que me hacen recordar como funcionan las palabras te amo. Ellas que me miran comprensivas, que me cobijan en sus brazos, y que ahora mismo están en la puerta intentando impedir que entren las demás. Chillan de dolor, no las quiero ver sufrir, no las imagino, entonces un ruido seco estremece la habitación y sus lágrimas desaparecen en una voluta de humo. Estoy solo.
De la puerta quedan sólo astillas. Las demás lograron entrar a la habitación. Ahí sólo estoy yo en el centro. Me rodean con lascivia repulsiva, ríen como hienas copulando. Encontraron a su presa: un hombre que TeCLeA sOLiTAriO...
2 comentarios:
He tomado más tiempo del que pense al leerte, leerte a tí no tu texto. Sabes diría que es bueno pero tu ego crecería así que diré que no está mal.Si pudieses despegar al narrador de ti, sinceramente creo que harías cosas mejores y caerían en excelentes. Espero no ser insolente y tu simplemente... deja de asesinar. Au revoir petit garçon romantique
hey
creo que ibamos juntos en la primaria jaja
mmmmm Himno Nacional??
si no es asi psss que osototototote jajaja
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