viernes, 7 de noviembre de 2008

Alfredo Godínez Pérez


Huyendo del verso y el tiempo.
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I
Si escribir es la máxima felicidad de la vida
como ha osado en afirmar Kafka,
por qué cada verso que te escribo,
evocándote,
es lo más parecido a enterrar
meticulosamente un cuchillo
en las costras de nuestra historia.
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II
Kafka se equivocó.
Escribir es la cura más cara del mundo,
se necesita tener agallas
para poder nadar las veces
que sean necesarias
en los abismos privados.
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III
Mallarmé solió explicar que
no leemos a otros, nos leemos en otros,
y con el afirmo que
no escribimos para otrora, nos buscamos en otrora.
Así es como encontré
las caricias extraviadas, los besos perdidos,
los abrazos inconclusos, las rosas sin regalar,
los poemas sin dedicar y las visitas pendientes;
que jamás nos presentaron
cuando decidimos conjugar el verbo amar.
Pasamos a ser parte del conciente imaginario colectivo.
Existes porque te inventé.
Nos amamos porque el lector, así lo desea.
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IV
Y volvemos al inicio de tiempos inmemoriales.
Ambos desnudos, solos, sin nada que ganar
y mucho que perder.
Una serpiente todo lo comenzó.
Una manzana la constancia del acto.
Aprendí a obedecerte, y
tú a hinoptizarme con la levedad de tus caderas
y sin embargo, andamos solos, errando,
en busca del beso que todo lo calme.
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Las noches se me van versificando tus labios,
en horario matutino hago un ensayo acerca de tus cabellos,
y en el vespertino intento encontrar el camino correcto,
para lograr novelar el lugar exacto
donde encuentro la vida y la muerte al mismo tiempo.
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La misión fracasa, en lugar de novelarte,
práctico, a pesar de ti, para mis días de explorador.
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La naturaleza da enseñanzas que jamás deben olvidarse,
hoy aprendí que donde hay una caverna,
a veces se halla una montaña y que de toda montaña
comúnmente nace un río de aguas frescas.
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Poética terquedad.
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Una vez me dijiste:
nunca muestres ni leas en público
lo que has escrito
antes de haberlo publicado primero
en un libro o de jodido en un periódico.
Te pueden robar la idea,
asegurabas con firmeza.
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Debí haberte escuchado.
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Al leer el periódico en la mañana,
la sección de sociales,
vi que un magnate de mi ciudad
se había unido en matrimonio
contigo, el motivo de tantos poemas
y mi novela sin publicar.
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Hoy veo que no tiene sentido
publicar nada de lo que escribí.
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Debí haberte escuchado
y aún serías mía y de nadie más.

2 comentarios:

Clarisa Camargo dijo...

Algunos con humor pintorésco. Otros con referencias que nublan el galardón.

ángel dijo...

Gracias por este poema y por los de los demás autores, poblanos todos, que gracias a tu espacio de promoción de las nuevas letras descubro hoy.


Saludos...